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antonio fernández molina

A.F.M. narrador

Tres microrelatos o relatos breves

Tres microrelatos o relatos breves

 

Mi cama

Mi cama despierta en cuanto me tiendo y cierro los ojos. Entonces la acompaño en sus correrías.

Tiene distintas transformaciones. Se convierte en un coche de carreras, luego en la mesa servida de un restaurante. Al mismo tiempo siempre es una mujer hermosa.

De madrugada volvemos a la habitación y hasta muy entrado el día somos una amorosa pareja.

Y nunca ha dejado de prepararme el desayuno.




Lo vil

Lo vil hubiera sido mirar.

Y miré,

Lo vil hubiera sido no mirar.

Al revés, lo vil hubiera sido…

Sea como quiera, no puedo quejarme de estar deshonrado, pues ya pagué con el tiro que me dieron en la pierna.



La mosca

La mosca que está en mi mano vuela hasta mi hombro. Es grande como una gallina. Cruza mi boca y entra en mi estómago. Entonces mis ojos se apagan y durante días y días veo con los suyos.

Cuando recupero la vista me dicen que he estado enfermo.

La mosca sale bruscamente y arrastra mi dentadura.

Antonio Fernández Molina

© Herederos de Antonio Fernández Molina

[La vida caprichosa, Libros del Innombrable, Zaragoza, 2003.

Fotografía de Juan Francisco Nevado]

 

Antonio Fernandez Molina. Perro mundo

Antonio Fernandez Molina. Perro mundo

07/01/1995

Antonio Fernandez Molina. Perro mundo

Antonio Fernandez Molina.Perro mundo. Calambur. Madrid, 1994. 103 páginas.
       
       Un libro fuera de género, fresco y distinto, compuesto por casi un centenar de relatos muy breves en torno al perro como misterio. Son invenciones que iluminan la compleja relación del perro con los humanos, ese espacio sentimental en el que unos y otros se confunden: perros que desearían ser hombres y hombres que son perros sin saberlo. Con ironía, un surrealismo leve, altamente poético, y mucha, mucha imaginación, Fernández Molina ha escrito bajo una capa de pretendida ingenuidad unos textos que inquietan y seducen. La edición mantiene el buen gusto y el cuidado habituales en Calambur.
       
       Juan Marín. Publicado en El País / Babelia p. 9. 07/01/1995

[Si el lector desea leer el texto original en su contexto puede hacerlo en el enlace:http://www.juanmarin.net//]

Pidalita

Pidalita

Aquel hombre había inventado un animal que sabía escribir: Pidalita. Su aparato digestivo funcionaba con normalidad y cuando se le llamaba por su nombre (atendía por Sócrates) levantaba el rabo y saludaba.

Su dueño lo vendió muy barato. Había pasado su larga vida ocupado exclusivamente en crear este bicho y cuando lo consiguió estaba cansado, sin dinero y al borde de la tumba. Pero se equivocó y siguió viviendo y pasando hambre. Últimamente acudía a los mercados a revolver entre la hortaliza podrida.

Mientras tanto Sócrates aprendía tretas nuevas. La última era escupir a sus dueños. Aunque le habían hecho una magnífica casita en el jardín y tenían para él toda clase de atenciones.

En cuanto a escribir, sus progresos son muy notables y Sócrates ha salido poeta.

He aquí una de sus estrofas:


Saludo sal salero cobra

en las tardes golomat indo

indo bien indo indo

y el nunca plafe de la gruta


Y no solamente escupe gargajos gelatinosos, además lanza con violencia contra las paredes una masa azulada, verdosa, amarillenta, sanguinolenta, según las ocasiones, y así dibuja escenas de gran procacidad y belleza.


Antonio Fernández Molina

© Herederos de Antonio Fernández Molina

[El siguiente texto pertenece al libro Dentro de un embudo (Editorial Lumen, Barcelona, 1973).]