Cirlot en Zaragoza (Artículo de Antonio Fernández Molina)
El poeta, crítico, musicólogo y filósofo Juan Eduardo Cirlot, extraordinariamente intuitivo y poseedor de extensos y muy originales saberes y de una de las cabezas más lúcidas de los últimos tiempos, hizo, en la postguerra, su servicio militar en Zaragoza. Detalle bastante interesante desde el punto de vista cultural porque en Zaragoza Alfonso Buñuel le descubrió el surrealismo.
Cirlot está certeramente considerado como uno de los poetas españoles más significativos del surrealismo español. A su vuelta a Barcelona formó parte del grupo de artistas y escritores "Dau al Set" y le aportó su inspiración y conocimientos adquiridos en Zaragoza.
En Zaragoza conoció también a Tomás Seral Casas quien en su colección "Cuadernos de Poesía" le editara la "Elegía sumeria", en la línea característica de algunas de sus más significativas inquietudes, dentro de la simbología.
Es autor de un importante "Diccionario de Símbolos". El título de "Elegía sumería" tiene una llamada donde explica: "Los sumerios constituyen el pueblo más antigua de la Baja Mesopotamia, región que por su causa, recibió el nombre de Sumer. Este pueblo entró en Mesopotamía del 6000 al 5000 a.C. y se instaló en la zona donse se sitúa el Paraíso Terrenal".
La "Elegía sumería" densa en su contenido, para su plena comprensión precisa de muy sucintos comentarios. Pero sin necesidad de ese requisito, el poema nos cautiva con una belleza, bien novedosa en aquellos momentos y que resiste el paso del tiempo como si de una pirámide egipcia se tratara.
En él se leen estrofas como las siguientes:
"Plata desamparada riega los horizontes,
donde se abre esa puerta de joyas miserables.
Inmensas cataratas de amarguras y alientos
permanecen en vilo sobre la superficie.
La primavera vuelve con su olor escarlata
a llenar el silencio de labios y rugidos.
En la pálida estancia del agua destrozada
dulcemente palpitan las telas de los cielos…"
Cirlot que, en su etpa de Zaragoza, ya era un gran poeta, dedicó una buena parte de su tiempo y de sus inquietudes al estudio de la música, en especial de la dodecafónica. Es autor de un volumen sobre "Igor Strawinski", concebido durante aquella etapa. En alguna de las conversaciones que sostuve con él a principios de los años setenta, poco antes de su muerte, me comentaba muy ilusionado como, durante aquella etapa, estrenó un vals en uno de los cafés que por entonces funcionaban en el Paseo de la Independencia.
Antonio Fernández Molina
© Herederos de Antonio Fernández Molina
[El artículo de A.F. Molina Cirlot en Zaragoza se publicó en ABC de Aragón, en la columna El cierzo, el domingo 19 de agosto de 1991.]