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antonio fernández molina

Caja Inmaculada presenta la colectiva “El Paisaje en la Colección CAI”, con la que celebra los 50 años de su trayectoria expositiva


25. enero 2012 | Por Redacción | Categoria: CulturaCultura y OcioMagazine

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Caja Inmaculada inaugura hoy miércoles en la Sala CAI Luzán (Paseo de la Independencia, 10 de Zaragoza), la exposición “El Paisaje en la Colección CAI”, con la que la Entidad conmemora los 50 años de su trayectoria expositiva.

Esta muestra colectiva ofrece un completo panorama de las diferentes técnicas, estilos y conceptos que los autores han empleado para representar el paisaje durante este periodo. Para ello, Caja Inmaculada ha seleccionado las obras de 47 artistas (la mitad de ellos aragoneses) que hasta la fecha han presentado sus trabajos en las salas CAI Luzán, CAI Barbasán y CAI Huesca. Todas las piezas que se exhiben forman parte del patrimonio de la Entidad.

Es la segunda vez que Caja Inmaculada ofrece una selección de obras de su colección; en 2005, con motivo de la celebración de su centenario, organizó la exposición “Colección CAI de Arte Contemporáneo”, en la que el tema fue el contraste entre figuración y abstracción.

En esta ocasión el tema es el paisaje (natural y urbano) y el fondo expositivo está integrado en su mayor parte por pintura, si bien también hay piezas de escultura, cerámica y fotografía.

La muestra permanecerá abierta desde hoy hasta el viernes 24 de febrero, y podrá visitarse todos los días de la semana, de 19 a 21 horas, excepto festivos. La entrada es libre. Para facilitar al público una óptima compresión y disfrute de las obras, el Servicio Cultural de CAI ha organizado visitas guiadas durante las horas de apertura de la exposición.

Después de su clausura en la Sala CAI Luzán, una amplia selección de las obras se incorporará al Programa de Artes Visuales en Itinerancia, que promueve la Dirección General de Cultura del Gobierno de Aragón para ser expuesta en diferentes poblaciones de la Comunidad Autónoma de Aragón.

50 años de arte

La exposición concentra el medio siglo de actividad artística transcurrido desde que en 1962 el Servicio Cultural de Caja Inmaculada inauguró la primera exposición de un programa que se mantiene ininterrumpidamente hasta hoy. No obstante, tuvieron que pasar diez años hasta que la Sala CAI Luzán, que entonces ocupaba la planta baja de la que hasta entonces era la sede central de Caja Inmaculada, en la calle Don Jaime, exhibiera en 1972 una muestra que incorporó el paisaje como tema. De ahí, que cronológicamente, el primer autor de la exposición “El Paisaje en la Colección CAI” sea José Alfonso Cuní.

Todas las obras forman parte de la importante colección CAI de arte contemporáneo, que se nutre de las sucesivas exposiciones de artes plásticas que el Servicio Cultural de la Entidad ha programado hasta la fecha en sus emblemáticas salas de Zaragoza (Salas Luzán y Barbasán) y en la de Huesca. La colección y la presente exposición son, por lo tanto, el resultado de una trayectoria cultural que empezó hace medio siglo.

Las tres salas son uno de los principales activos culturales de la Obra Social de Caja Inmaculada y referencias sobresalientes e imprescindibles de la temporada artística en Aragón. Cada una de ellas trabaja con criterios diferentes; la Sala CAI Luzán sigue dedicándose al arte contemporáneo en su sentido más estricto, es decir, al arte actual, al arte de nuestro tiempo. Salvo escasas excepciones, las exposiciones han mostrado siempre la obra de artistas vivos y activos; artistas de dentro y fuera de Aragón ya consolidados, seleccionados por su calidad e invitados a exponer en el momento de mayor vitalidad de su producción.

La Sala CAI Barbasán selecciona a artistas noveles aragoneses cuyas obras plásticas muestran rasgos de creatividad sobresaliente. Muchos de ellos se han consagrado luego como artistas de primera línea en el panorama nacional.

Por su parte, la Sala CAI Huesca muestra las propuestas artísticas de gran calidad de autores oscenses o relacionados con la provincia altoaragonesa.

Los artistas que intervienen en esta colectiva, algunos de ellos ya fallecidos, tienen diversas formas de concebir y plasmar el paisaje; representan todas las corrientes del arte vigentes en el medio siglo transcurrido.

Como se ha comentado anteriormente, el primer autor en el tiempo, según la fecha de su exposición, es el catalán José Alfonso Cuní, si bien es Virgilio Albiac, aragonés de Fabara, fallecido el año pasado y premio Aragón-Goya en 2001, el que presenta un año después otra individual, en la que incluye un cuadro de paisaje realizado en 1967. El aragonés comparte generación con el castellano Díaz Caneja y el asturiano Vaquero Palacios, a los que puede añadirse José Beulas, catalán de nacimiento pero aragonés de adopción. Si en los anteriores cabe apreciar la influencia de Cézanne, la huella de otro impresionista, como Monet, puede descubrirse en las obras de Ana Sediles, Llanos Guerra, la vasca Marta Cárdenas y Pilar Viviente; esta última añade además la simplificación aprendida del arte oriental, más perceptible aún en el trabajo del joven Javier Pérez Cobo.

Las pinturas de Isabel Villar y Guillermo Pérez Villalta representan las referencias al modelo renacentista de “paisaje con figuras”. Antonio Fernández Molina, con una personal poética suplementaria, y el escultor Alonso Márquez se unen a este grupo.

El movimiento Land Art tiene su ejemplo en la obra del mallorquín Guillem Nadal, en los paisajes naturales de la pareja artística aragonesa formada por Javier Almalé y Jesús Bondía, y en la serie de diapositivas de Lara Almárcegui.

La escuela del simbolismo aflora en la pintura que firma La Hermandad Pictórica, en las marinas de Eduardo Sanz y en el hiperrealismo de Félix de la Concha.

La muestra recoge Arte Pop a través de las creaciones de Vicente Villarrocha, mezcla de arquitectura y paisaje, y exhibe la singular abstracción de Julia Dorado y del canario César Manrique.

También hay una recopilación de pintura metafísica, heredera de Edgard Hopper, con las ciudades deshumanizadas de los valencianos Marcelo Fuentes y Rafael de Corral y, de forma más contundente, de Ignacio Fortún y Fernando Martín Godoy. Una visión urbana menos descarnada se aprecia en las obras Pepe Cerdá e Ignacio Mayayo, que aportan dos excelentes aproximaciones, de fuera y de dentro, de la ciudad de Zaragoza. El movimiento de la calle del turolense Juan Zurita y la corriente naïf de la catalana Montserrat Figueras completan este apartado pictórico.

En fotografía, destacan los excelentes trabajos del zaragozano Rafael Navarro y del madrileño Mateo Maté.

Si quiere leer el artículo en su contexto puede hacerlo en el siguiente enlace:

http://www.cronicadearagon.es/wordpress/?p=26607 

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